jueves, 18 de octubre de 2007

La hermanastra perdida del Nobel


Mario Capechi
Mario Capecchi sabía que tenía un familiar perdido en la Europa de la postguerra.
Para el pequeño Mario Capecchi, los Alpes italianos en 1941, con sus cumbres nevadas y su paisaje de postal, no le dejaron recuerdos que justifiquen la nostalgia.

Porque fue en ese lugar y ese año en que la Gestapo se llevó a su madre, una intelectual de izquierdas, para internarla en el campo de concentración de Dachau.

Ha pasado mucho tiempo desde ese episodio despojado de ternura. Hoy, Mario Capecchi es no solamente un destacado médico de la Universidad de Utah, sino que dentro de unas semanas, recibirá el premio Nobel de medicina.

La academia sueca decidió que sus estudios de la manera en que los genes pueden ser manipulados en ratones para entender las enfermedades de los seres humanos lo hacían merecedor del galardón.

La alegría de Capecchi, sin embargo, carecía de un elemento íntimo y que data de la época en que su progenitora terminó con sus huesos en las organizadas mazmorras del nazismo. Su hermanastra.

Dachau

Cuando su madre, Lucy Ramberg, que pertenecía a un grupo de nombre colorido, Los Bohemios, fue sorprendida repartiendo volantes antifascistas, los nazis que merodeaban en la Italia cómplice de Benito Mussolini la arrestaron.

Mario había sido el producto de la relación que Lucy, una artista de origen estadounidense, tuvo con el piloto italiano Luciano Capecchi, por quien dejó su tierra para mudarse a la Italia de la tiranía.

Luciano murió y, dos años después, Lucy tuvo una hija con un brasileño de origen alemán. De esa unión nació Marlene, que fue adoptada por una pareja que se la llevó a vivir a Austria.

Lucy, que conocía los riesgos de su rebeldía, había vendido todo lo que tenía antes de ser arrestada.

El dinero que obtuvo por despojarse de sus bienes se lo entregó a una familia campesina para que cuidara del pequeño Mario en caso de que quedara huérfano.

Campo de Concentración de Dachau
El campo de concentración de Dachau fue liberado por tropas de Estados Unidos en 1945.
Pero pronto ese presupuesto exiguo se acabó y Mario terminó viviendo en el refugio precario de varios orfanatos, o viajando con hordas de niños abandonados.

"Sobrevivir de un día para otro fue todo lo que ocupó mis pensamientos", dijo en una entrevista muchos años después el profesor Capecchi.

Cuando Lucy salió de Dachau, liberada por los soldados estadounidenses en 1945, logró encontrar a Mario en un hospital de Boloña, en el que estaba a punto de morir de inanición.

"Aún tengo el sombrero", dice Capecchi, cuando recuerda el gorro tirolés con una pluma esbelta con el que se le presentó su madre, como una aparición, cuando a los 9 años de edad no se esperaba semejante sorpresa.

Luego de ese reencuentro, se mudaron a Roma donde por fin pudo bañarse como lo hacen los niños de su edad: sin preocupaciones ni angustias.

Después vendría el regreso a Estados Unidos, las escuelas secundarias cuáqueras, los estudios superiores en Ohio y, ahora, el premio Nobel de medicina.

¿Y Marlene?

La hermanastra de Mario, entretanto, tuvo la suerte de encontrar a su padre biológico, luego de que sus padres adoptivos decidieran no hacerla vivir en una mentira, y le contaron de dónde venía.

"Yo sabía que mi madre biológica había sido deportada, sabía que había otro niño, pero pensé que estaban muertos", declaró Marlene a Dolomiten, un periódico de habla alemana en el enclave italiano de Alto Adigie.

Cuando habló con su padre natural, éste tampoco sabía dónde estaba su antigua compañera.

Yo sabía que mi madre biológica había sido deportada, sabía que había otro niño, pero pensé que estaban muertos
Marlene Bonelli
Luego de llegar a sus papeles de adopción en Trento, Marlene se enteró de la verdad.

Por su parte, Mario se la pasó un día entero, durante una visita a Verona en 2002, tratando de buscar ese eslabón esquivo que lo unía a Europa.

Cuando la televisión anunció que Mario Capecchi había ganado el Nobel y los diarios publicaron la historia del pequeño niño perdido en medio de la guerra, ella supo.

Hoy, Marlene Bonelli, una mujer humilde, se prepara para conocer al hermanastro famoso. Como si no hubiera pasado tanto tiempo.

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