miércoles, 9 de mayo de 2007

La Iglesia Católica está pagando caro

Muchos sostienen que el mayor desafío de la Iglesia Católica en América Latina, otrora el bastión más importante del Vaticano en el mundo, es el avance inexorable de la fe protestante.

Críticos de la posición de Roma señalan que la misma Iglesia Católica es responsable de esta situación.

Sobre este tema, el experto en religión y sociólogo Bernardo Barranco, conversó con BBC Mundo desde Ciudad de México.

¿Cuáles son los principales retos de la Iglesia Católica en América Latina en estos momentos?

Uno de los mayores retos es la pérdida de fieles. Según una estadística del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano), 10 mil personas por día abandonan la Iglesia Católica.

Uno de los grandes retos es la pérdida de vitalidad del catolicismo latinoamericano frente a una exigente competencia religiosa de otras denominaciones cristianas, de nuevos movimientos religiosos y de nuevas agrupaciones para-religiosas que están surgiendo con mucha fuerza en el continente.

¿Qué pasa con el tema de la pobreza y la iglesia?

Una segunda cuestión importante es el papel de la Iglesia Católica frente a los grandes problemas del continente, especialmente el de la pobreza, la exclusión, la marginación, que lejos de ser un problema que está en vías de solución, así como se planteó en la primera conferencia del CELAM y sobre todo en la segunda en 1968 cuando se habla de la pobreza en Medellín como un tema de fondo, éste se ha agravado.

Se habla de cerca de la mitad de la población del continente que vive en condiciones alarmantes. ¿Cuál es el papel de la Iglesia en ese contexto?

Uno de los temas presentes es la crítica del modelo económico que ha imperado en la región en los últimos 25 años, que es el modelo económico neoliberal en un contexto de globalización que ha hecho que fundamentalmente prime la racionalidad del mercado por encima de las condiciones humanas.


La pérdida de valores es un gran problema para la Iglesia frente a temas como el aborto, la eutanasia, los avances científicos. La Iglesia se ve amenazada por lógicas nuevas, por sentidos comunes que van más allá, que la rebasan

En esa misma línea, los obispos se plantean la cuestión de la corrupción de los valores, es decir un continente que por un lado está siendo seriamente amenazado con problemas de exclusión como por un conjunto de ideas y valores tanto de una sociedad secular como de nuevos movimientos religiosos.

La Iglesia percibe una pérdida de identidad y de la identidad del sustrato católico que marcó al continente desde la conquista. La pérdida de valores es un gran problema para la Iglesia frente a temas como el aborto, la eutanasia, los avances científicos. La Iglesia se ve amenazada por lógicas nuevas, por sentidos comunes que van más allá, que la rebasan.

¿A qué cree que se debe la pérdida de fieles?

Es un problema de competencia religiosa. Por un lado los nuevos movimientos religiosos han agudizado de manera muy sensible nuevas estrategias de comunicación y de difusión religiosa, sobre todo a través de medios, de proselitismo más agresivo, de llegar a sectores populares, etc.

Por otra parte la Iglesia en América Latina ha venido sufriendo lo que podría llamarse un proceso de aburguesamiento. La Iglesia Católica pierde con los simpatizantes de la Teología de la Liberación, que fueron condenados, un ascendiente muy fuerte dentro de los sectores populares.

¿Qué pasó con ese compromiso con los pobres de los años 60?

En los años 60, precisamente a partir de una de las reuniones del CELAM, la de Medellín en 1968, se plantea una gran línea paradigmática, la opción por los pobres. Muchos se van en esta línea pastoral, algunos coquetean con posturas marxistas, otros adoptaron posturas más seculares y fueron reprimidos y relegados por el Vaticano, especialmente bajo el pontificado de Juan Pablo II.

Eso trajo como consecuencia un debilitamiento de la presencia de la Iglesia en una perspectiva misionera con los sectores populares. El resultado es que dada la dinámica de marginación y exclusión que vive el continente hay un sector muy abandonado.

¿Qué influencia tuvo Juan Pablo II en este contexto?

La Iglesia bajo Juan Pablo II tuvo mucha preferencia por movimientos de espiritualidad y por movimientos de clase media y media alta como Opus Dei, Legionarios de Cristo, etc.

Sin embargo, a nivel popular se desdibuja y es ahí donde estos movimientos de corte pentecostal, neopentecostal y nuevas religiosidades populares han emergido con mucha fuerza de tal suerte que tenemos movimientos como el brasileño Iglesia Universal del Reino de Dios que de los años 70 para acá ha crecido de manera espectacular.

La Iglesia Católica está redescubriendo que entre los sectores populares, en los sectores de las masas suburbanas, campesinas y migrantes está teniendo una competencia feroz y no sabe como reaccionar ante esto.

¿Qué encuentran aquellos que desertan de la Iglesia Católica en estas iglesias?

Pues algo muy sencillo, atención. Encuentran un espacio de encuentro social, donde tienen nombre y un espacio de comunicación donde conviven con otros sectores, que de otra manera la dinámica económica y social de los países de nuestro continente, así como la propia Iglesia Católica, no ofrecen.


Muchos de estos movimientos sobre todo pentecostales y neopentecostales ofrecen una esperanza de vida, es decir, una ética, posibilidades de resolver los grandes problemas

Encuentran nombre y apellido, es decir encuentran un trato diferente, se les da un respeto en términos de valoración humana. En segundo lugar, muchos de estos movimientos sobre todo pentecostales y neopentecostales ofrecen una esperanza de vida, es decir, una ética, posibilidades de resolver los grandes problemas.

¿Está la Iglesia Católica enfrentando este reto con algún éxito?

Yo creo que no. Creo que la Iglesia está muy preocupada. No ha tenido la capacidad de poder enfrentar los nuevos movimientos religiosos. Hay diagnósticos y lamentaciones pero no hay planes a nivel nacional, continental, que permitan revertir este proceso.

Pareciera que hay una especie de parálisis porque también meterse en el mundo de los pobres, en el mundo de las economías subterráneas es algo muy complicado para la Iglesia.

La Iglesia, por la explosión demográfica en América Latina, tiene una metodología de inserción que está rebasada ya desde hace siglos.

¿Qué puede hacer entonces una iglesia interesada en los pobres?

La Iglesia hoy no encuentra fórmulas. Se siente muy acotada por ella misma, muy autoreprimida porque en los años 70 y parte de los 80 fue castigada, fue reprimida, la opción que había desarrollado con una metodología hacia los pobres, es decir, la Teología de la Liberación.

Ésta fue condenada principalmente por el actual Papa que en ese momento era el Prefecto de la Santa Congregación para la Doctrina de la Fe.

Joseph Ratzinger fue uno de los principales impulsadores de la condena a la Teología de la Liberación.

Los agentes de pastoral, los sacerdotes, se sienten muy reprimidos, no encuentran fórmulas de cómo entrar hoy en el mundo de los pobres.

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