miércoles, 27 de junio de 2007

Más cocaína puede abonar tensiones

Franz Chávez

LA PAZ - El aumento de los cultivos bolivianos de coca en ocho por ciento, verificado por las Naciones Unidas, y una oferta anual de cocaína de 94 toneladas pueden derivar en tensiones con Brasil y países de la Unión Europea a los que se orienta el producto ilegal.

En su Informe Mundial de Drogas 2007, publicado este martes, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) afirma que "sigue disminuyendo el cultivo de coca en la región de los Andes", que comprende a Bolivia, Colombia y Perú.

Pero en el reporte sobre Bolivia, divulgado el 14 de este mes, la ONUDD asevera que las plantaciones bolivianas de coca, materia prima de la cocaína, pasaron en 2006 de 25.400 a 27.500 hectáreas, con una incidencia directa en el incremento de la producción potencial de cocaína de 80 a 94 toneladas respecto del año 2005.

Las reducciones andinas, de dos por ciento, son atribuidas por la ONUDD a Colombia, el mayor cultivador de coca y productor de cocaína del mundo, cuyas plantaciones cayeron en nueve por ciento, compensando los aumentos de Perú y Bolivia.

La legislación boliviana sólo autoriza el cultivo de 12.000 hectáreas para usos legales, consumo tradicional y ritos costumbristas de la coca, por lo que el informe de ONUDD revela un excedente de 15.500 hectáreas consideradas ilegales, en especial en la región semitropical del Chapare, en el central departamento de Cochabamba, donde entre 2005 y 2006 las plantaciones se expandieron en 1.300 hectáreas.

Este aumento "probablemente sea un próximo factor de tensión con Brasil, Europa, y no sólo con Estados Unidos", dijo a IPS el ex parlamentario y analista político Hugo Carvajal.

Fuentes diplomáticas brasileñas, citadas en La Paz por el diario La Razón, afirman que 80 por ciento de la droga producida en Bolivia es enviada a los mercados de Río de Janeiro y São Paulo, controlados en esta última ciudad por el violento Primer Comando de la Capital (PCC).

Además, Brasil se ha convertido en país de tránsito de droga boliviana y peruana destinada a Europa, según datos de la policía encargada de reprimir al narcotráfico.

Este aumento se registra además cuando el gobierno decide respaldar una ampliación de la superficie legal, de 12.000 a 20.000 hectáreas. Pero la mayor incautación de drogas demandará una acción decidida del gobierno para reducir la materia prima, expresó Carvajal.

En 2000 los cultivos de coca llegaron a 23.300 hectáreas, la menor superficie desde que se inició la lucha contra el narcotráfico en los años 90, como resultado de la erradicación forzosa y de los programas de reducción voluntaria en zonas no tradicionales, según datos del Centro Latinoamericano de Investigación Científica.

Poco después de iniciado su mandato, en enero de 2006, el presidente Evo Morales, líder principal de los productores de coca, cedió a la influencia de los sindicatos campesinos del Chapare y autorizó allí el cultivo de 1.600 metros cuadrados (cato) por afiliado.

Durante el gobierno de Carlos Mesa (2003-2005), la presión de los sindicatos de cocaleros ya había logrado flexibilizar las normas, al conseguir autorización para que cada familia agricultora cultivara un cato.

La ONUDD indica que las 27.500 hectáreas distribuidas entre el Chapare, la zona tradicional de los Yungas en el departamento de La Paz y, en menor extensión, los parques nacionales protegidos, producen 48.000 toneladas de hojas secas.

El mismo estudio agrega que unas 33.200 toneladas se emplean en la fabricación de pasta básica de cocaína bajo el control de narcotraficantes que desplazaron los laboratorios desde las zonas tropicales de cultivo hasta el frío altiplano y barrios marginales de ciudades empobrecidas como El Alto, un enorme suburbio de La Paz, a unos 4.000 metros de altura.

Con 370 kilogramos de hojas de coca del Chapare mezcladas con varios químicos, se puede obtener un kilogramo de clorhidrato de cocaína, mientras las variedades de los Yungas tienen mayor rendimiento: 315 kilogramos para producir un kilo del estupefaciente, señala el documento de la ONUDD.

Además, también se registra suba de la producción de otras sustancias prohibidas, como la marihuana, afirma la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico. El año pasado fueron confiscadas 139 toneladas, contra 46 en 2005.

En los primeros cinco meses de este año, los decomisos totales de estupefacientes llegaron a 266 toneladas.

Las incautaciones de pasta básica entre 2005 y 2006 pasaron de 10 a 12 toneladas, mientras el decomiso de clorhidrato subió levemente de 1.300 a 1.309 kilogramos, según el reporte de la ONUDD.

El ministro encargado de la seguridad interna, Alfredo Rada, demandó un análisis equilibrado con la incorporación de otros factores, como el resultado de la erradicación de 5.000 hectáreas en el último año, y el esfuerzo policial para combatir las bandas de traficantes.

Desde la población semitropical de Coroico, en los Yungas, 96 kilómetros al norte de la ciudad de La Paz, el agricultor y dirigente cocalero Santiago Gutiérrez no se mostró sorprendido por el diagnóstico de la ONUDD, puesto que está adherido a las "políticas de la derecha que vienen de Estados Unidos", dijo a IPS.

Los informes de organismos internacionales repiten el discurso de incremento de los cultivos, pero dejan de lado la contribución del vegetal al desarrollo de las comunidades, la generación de empleo e ingresos para la población dedicada a esta actividad, agregó.

Gutiérrez, quien es también funcionario de la alcaldía de Coroico y miembro del gobernante Movimiento al Socialismo, está convencido de que hay más consumo de la hoja de coca en usos tradicionales, masticación en regiones andinas y vallunas y empleo en la medicina indígena.

El precio de una carga legal de coca de 23 kilogramos subió de 50 a 93 dólares desde el año pasado y la demanda de coca de los Yungas es mayor que la del Chapare, según Gutiérrez.

El informe de la ONUDD señala que durante 2006, la comercialización de coca en mercados autorizados y fuera de ellos movilizó un total de 180 millones de dólares y representa casi dos por ciento del producto interno bruto (PIB) anual, estimado en ese documento en 8.700 millones de dólares.

"Estas cifras sugieren que, para el país en su conjunto, la producción de hoja de coca aún tiene impacto en la economía y continúa jugando un rol muy importante dentro de las regiones productoras", reconoce la oficina de las Naciones Unidas.

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