sábado, 23 de junio de 2007

Caos en los aeropuertos brasileños

Es por una protesta de los controladores aéreos por aumento salarial y mejores condiciones de trabajo. Eleonora Gosman La capital paulista quedó aislada del mundo por casi una hora. A las 16,30, la Fuerza Aérea brasileña decidió suspender todos los aterrizajes y despegues con destino a Estados Unidos, Europa y América del Sur en el aeropuerto internacional de Guarulhos, principal puerta de entrada y salida del país. Un par de horas después, también suspendía las operaciones aéreas en Brasilia. La espera de los pasajeros, que ya vienen vapuleados desde hace varios días por las crecientes demoras de las partidas y llegadas de los aviones, afectó 576 vuelos de los 1422 programados, lo que representa un impacto sobre el 40% del movimiento aéreo. El comando de la Aeronáutica decidió esta drástica medida ante la imposibilidad de contener la creciente rebeldía de los controladores de vuelo, que en su mayoría son suboficiales de esa arma. Según el brigadier Juniti Saito es inminente la separación de los "líderes negativos" de los técnicos de control del tráfico aéreo. Estos serán separados y enviados para otros centros militares. Estas órdenes fueron bajadas ayer por el jefe militar luego que el presidente Lula da Silva le diera "carta blanca" para que reprima a "los díscolos". Pero el plan represivo, que busca "extirpar" a los dirigentes y separarlos de sus bases, hasta anoche no parecía dar resultados. Según relataron los técnicos de las torres de control, en Brasilia donde está el centro neurálgico de operaciones de la red aérea nacional, se desató una verdadera "guerra de consolas". Los controladores, abrumados por condiciones de trabajo que consideran "insalubres" e "inseguras" se dedicaban a desactivar computadoras y aparatos argumentando desperfectos. Más terminales salían, menos aviones aterrizaban y despegaban. Según Saito, "el momento es de extrema gravedad. En los últimos tres días el comportamiento de los controladores del Cindacta (centro de operaciones de Brasilia) que atienden el tráfico aéreo de San Pablo, trajeron nuevos y alarmantes problemas". Para "descubrir" y "atemorizar" a los cabecillas, los oficiales aeronáuticos montaron cámaras direccionadas a los controladores. "Esto es el apartheid", declaró uno de ellos a la prensa. Esta es la tercera crisis aérea que enfrenta el gobierno de Lula desde octubre pasado. La última fue en abril de este año, en víspera de Semana Santa. El conflicto vuelve a estallar a sólo 20 días del inicio de los Juegos Olímpicos Panamericanos en Río. Una de las reivindicaciones de los controladores es pasar a revistar como personal civil y no como militares (hoy son sargentos). En un principio, Lula había cedido, pero después, ante de la presión de la Fuerza Aérea retrocedió.

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