miércoles, 8 de agosto de 2007

Fútbol para todos

En Brasil, el gran paraíso del fútbol, no paran de meter la pata. Tanta pelota ha convertido el cerebro de algunos mandamases en un músculo. Primero con los ataques de recato porque la árbitra Ana Paula de Oliveira enseñaba las tetas. Pero ahora la gota ha colmado el vaso. Un juez, Manoel Maximiliano Junqueira Filho, ha decretado una sentencia donde afirma que el fútbol no es para homosexuales. Considera que este deporte es viril, y que si hay un jugador homosexual debe abandonar el equipo o montarse un grupo a parte de otros que sean como él.

Todo empezó cuando el director administrativo del Palmeiras, José Cyrillo Jr., insinuó en la televisión a finales de junio que el jugador Richarlyson era homosexual. Su representante le interpuso una demanda por estas declaraciones, y ahora este juez tan macho ha archivado el caso porque si a Richarlyson le molesta el comentario sólo tiene que salir en la televisión y negarlo. Y si no dice nada que se aguante o se largue, porque quien calla otorga. El juez ha puesto la guinda con un comentario digno de un cavernícola: "Quien recuerde la Copa del Mundo de 1970 jamás concebiría un ídolo suyo como homosexual".

Condenar la homosexualidad en el siglo XXI es una vergüenza y el fútbol no puede permitirse estas impropiedades. Pero quedan hombretones que todavía se atreven porque así sienten que la entrepierna les crece. Son los mismos que luego hacen la vista gorda con actitudes realmente reprobables. No hace tanto que el Presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol, Ricardo Teixeira, admitía que muchos de los jugadores de la selección se presentaban borrachos para jugar los partidos del Mundial 2006 en Alemania. Llegaban de madrugada al hotel en un estado lamentable. Así que el fútbol que ellos consideran pulcro y viril es también para los irresponsables, los cantamañanas y los inmaduros. El delantero centro del Inter, Adriano, acaba de confesar en una entrevista a La Gazzeta dello Sport que es alcohólico. Por lo tanto, el fútbol también es para los amantes de empinar el codo, para los que se están quitando y para los que lo han conseguido.

Tampoco hace falta ir tan lejos para saber que el fútbol también es para los trasnochados que tocan los bongos y se duermen a la hora de subir al autocar.

El fútbol es la diversidad: es para los que se acuestan cada noche con su mujer y para los que pagan por tener una encima.

¿Más ejemplos? El sábado terminaba en Copenhague la Homeless World Cup (El Mundial de Fútbol de los Sin Techo). Una competición con la presencia de 48 países, con equipos integrados por personas que duermen en la calle cubriéndose con cartones. El fútbol es también para los de chabola y para los de mansión con servicio, para los que luchan y para los que se acomodan.

Igual que la Coca-Cola, el fútbol (y el deporte) es para los gordos, para los flacos, para los altos, para los bajos, para los que ríen, para los optimistas, para los pesimistas, para ellas, para ellos, para los reyes, para los magos, para los responsables, para los náufragos… Y con permiso del magistrado Junqueira y de Don Cyrillo el fútbol es incluso para los imbéciles. A ellos nadie los hecha y lo peor es que los demás ya nos estamos acostumbrando.

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