martes, 21 de agosto de 2007

El silencio en la pareja gay también es violencia

Comunicarnos es la mejor manera de solucionar los desacuerdos, de marcar límites y definir qué relación queremos llevar y cómo. Pero cuando las cosas se guardan, se omiten, se vuelven como piedritas que lastimarán por mucho tiempo.

Luis Miguel Tapia Bernal

He pensado en una persona con la que salí hace tiempo, un gran ser humano lleno de talento, de ideas y una nobleza enorme. Pero la relación no funcionó a pesar de todas las características tan buenas que él tenía y nos hacían tan similares.

La razón era evidente, y por más que lo intentáramos, jamás se superaría: él no era capaz de comunicarse.

Literalmente pasaba las citas sin hablar o comentando muy poco acerca de lo que yo decía, por lo que empecé a culparme y creer que de plano no le interesaba lo que hablaba.

Luego lo vi interactuando con sus amig@s y fue sorprendente que incluso con ell@s su interacción fuera tan limitada y ahí me di cuenta que el silencio era parte de él y que por más que yo intentara no cambiaría.

Hablé con él, le escribí, en fin, hice de todo para comunicarle realmente lo que sentía y lo importante que es la comunicación, pero nada funcionó.

Entendí que el silencio también es violencia y me estaba afectando, porque omitía algo que le correspondía hacer: hablar y decirme lo que sentía, lo que pensaba, porque aun no desarrollo el talento de leer la mente.

Digo, si le costaba trabajo decirlo pues pudo haberlo escrito, no sé, algún modo de sacar lo que traía; porque también es cierto que la comunicación es un proceso que debe aprenderse y practicarse.

Comprendí que muchas veces creemos que los demás nos han entendido y lo damos por hecho, cuando no siempre es cierto, ya que tenemos conceptos distintos, comprendemos diferente, y si sumamos que a veces sólo damos vueltas y no somos claros, JAMÁS nos podremos dar a entender.

Mediante la comunicación se pueden hacer acuerdos, marcar límites y definir qué relación queremos llevar y cómo.

El comunicarnos es la mejor manera de solucionar los desacuerdos, hablando un tema a la vez y siendo claros. En ocasiones queremos hablar al momento, pero cuando tenemos coraje o dolor no es fácil ser objetivos ¿por qué mejor no hablar después con más tranquilidad y precisión?

Lo peor viene cuando se guardan las cosas que no nos gustan y se sacan en el momento más inadecuado: cuando se discute y se lanzan como ataque. ¡Es lo peor! Porque las cosas se comentan conforme pasan las situaciones y estemos tranquilos para hacerlo.

Si no se dice lo que nos molesta se vuelven piedritas que lastimarán por mucho tiempo o saldrán en el momento menos indicado.

La comunicación para mí es fundamental en cualquier relación y de cualquier tipo porque eso te une y te permite ver con quién estás, qué piensa, cómo ve la vida, qué quiere y nosotros ser claros en respondernos estas preguntas.

Sé que no es fácil y que muchas personas temen expresar lo que sienten, pero esos temores se convierten en barreras que limitan y encierran, volviendo insuficiente el sentimiento, los sueños y las ilusiones para seguir juntos.

Como escribiera el español Miguel de Unamuno: “Tu desconfianza me inquieta y tu silencio me ofende”.

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