jueves, 6 de septiembre de 2007

Masacre de Haditha en la nebulosa judicial

Se encamina hacia un punto muerto la investigación de la justicia castrense de Estados Unidos por el asesinato, hace 10 meses, de 24 civiles iraquíes en la ciudad de Haditha, a manos de infantes de marina.
En diciembre de 2006, el Cuerpo de Infantería de Marina de Estados Unidos acusó a cuatro de sus soldados por la masacre cometida el 19 de noviembre de 2005. Se trató del caso más serio de supuestos crímenes de guerra cometidos por infantes de marina (marines) en Afganistán e Iraq. Un informe oficial sobre los hechos señala que 15 civiles iraquíes habían muerto a causa de la explosión de una bomba de fabricación casera y que otros "insurgentes" perdieron la vida tras la explosión, cuando combatían contra tropas regulares iraquíes y estadounidenses.
Pero a medida que se conocieron nuevos detalles quedó en evidencia un panorama más perturbador: los 24 iraquíes habrían sido víctimas de una venganza a manos de los marines. Testigos iraquíes dijeron que una bomba había matado al cabo Miguel Terrazas, lo que alentó a los infantes a masacrar a civiles en las calles y en sus casas. Entre los muertos hubo hombres, mujeres y niños, uno de ellos de dos años de edad.
Los certificados de defunción indican que todos habían recibido disparos de armas de fuego. El relato de los hechos escandalizó al público estadounidense, tal como había ocurrido con las historias de abuso de presos en la cárcel de Abu Ghraib en 2004. Jefes militares prometieron castigar a los culpables. Sin embargo, así como el intento de responsabilizar a oficiales por las violaciones de derechos humanos en Abu Ghraib languideció hasta llegar a un punto muerto, el juzgamiento de los marines acusados por la masacre de Haditha muestra signos de encaminarse hacia un desenlace similar.
La semana pasada, el único oficial llevado a juicio por el escándalo de Abu Ghraib, teniente coronel del ejército estadounidense Steven L. Jordan, fue hallado culpable de desobedecer una orden. Pero sólo recibió una reprimenda. El coronel Thomas M. Pappas, el militar de más alto rango en la prisión, admitió que había aprobado el uso de perros en interrogatorios. A cambio de esa confesión, le concedieron inmunidad para no ser juzgado.
En el caso de Haditha, el jueves pasado comenzó la audiencia preliminar para el juicio al sargento Frank D. Wuterich. Ésta quizás sea la última oportunidad de los fiscales para llevar ante una corte marcial a los marines acusados de ser directamente responsables por la masacre. Wuterich, el líder del pelotón de marines, afronta 13 cargos por asesinato en conexión con la muerte de 18 iraquíes.
Los cargos contra dos de los marines fueron dejados de lado, al igual que la acusación por incumplimiento del deber contra el capitán Randy W. Stone, un abogado del batallón. Al igual que en el caso de Abu Ghraib, la investigación de la masacre de Haditha tiende a concentrarse en soldados rasos y suboficiales, los acusados de haber cometido los asesinatos en persona, y deja a salvo a los oficiales que comandaban las unidades.
Por el escándalo de la prisión, fueron condenados 11 soldados por diversos cargos, entre ellos incumplimiento del deber. Cuatro oficiales involucrados en los asesinatos de Haditha sólo fueron acusados de no estar presentes durante el incidente y de no llevar adelante una completa investigación.
Los fiscales han tenido muchos problemas para convencer a un escéptico general que preside la audiencia preliminar del hecho de que los marines cometieron homicidios en Haditha. Además, el caso no fue investigado en profundidad inmediatamente después de que ocurrió, por lo que no existe evidencia forense.
En agosto, el teniente coronel Paul J. Ware recomendó que los cargos en contra de los cabos Justin L. Sarta y Stephen B. Tatum fueran dejados de lado. Argumentó que los marines estaban operando en una compleja atmósfera de combate y que sus acciones, aunque horrendas, no constituían un crimen.
"Mi opinión es que no existe evidencia suficiente para un juicio. El cabo Tatum disparó y mató a personas en las casas 1 y 2, pero lo hizo motivado por su entrenamiento y por las circunstancias en las que se encontraba, no para vengarse o cometer asesinato", escribió Ware en un informe de 29 páginas sobre la conducta del marine.
El comandante del Cuerpo de Infantería de Marina, teniente general James N. Mattis, desestimó los cargos contra Sharrat luego de una audiencia preliminar. "La intensa investigación de este incidente, y de su conducta, ha sido necesaria para mantener nuestro código de disciplina y, tal como lo dice el himno de los marines, para 'mantener limpio nuestro honor'", escribió Mattis en una carta que envió a Sharrat. "Usted ha servido como un infante de marina en Iraq, donde nuestra nación combate contra un enemigo en las sombras, que se oculta entre personas inocentes y, de manera rutinaria, los toma como blancos y atrae el fuego hacia los civiles", agregó.
Los cargos contra otro miembro del pelotón, el sargento Sanick De la Cruz, fueron desestimados a cambio de su testimonio sobre la conducta de otros marines. El viernes, De la Cruz declaró que inmediatamente después de la explosión de la bomba vio a Wuterich matar a cinco iraquíes que estaban parados junto a un taxi.
También dijo que Wuterich caminó hacia los cuerpos y disparó nuevamente sobre ellos, según informó el diario Los Angeles Times. "Fue hacia cada uno de ellos y abrió fuego. La boca del caño de su arma estaba a unos 30 centímetros de sus torsos", dijo De la Cruz. Varias horas después de los hechos, Wuterich le habría dicho a De la Cruz que si los oficiales lo interrogaban, iba a declarar que los civiles estaban huyendo.
De acuerdo con las reglas de combate impartidas a los marines, se puede disparar por la espalda a los iraquíes que escapan de la escena de la explosión de una bomba casera, según el testimonio de otro soldado. En algunos casos hubo penas mucho más severas. Siete marines y un recluta de la marina fueron acusados del secuestro y asesinato de un iraquí en la ciudad de Hamandiya en abril de 2006.
Cinco se declararon culpables y los otros tres fueron condenados en una corte marcial. Un líder de pelotón, el sargento Lawrence Hutchins, está en prisión, pero su sentencia a 15 años es objeto de revisión por parte de Mattis, el comandante del cuerpo de marines.
Tres soldados acusados de violar y matar a una adolescente y su familia en marzo de 2006 en Mahmudiyah recibieron una condena a prisión perpetua luego de declararse culpables. Un cuarto soldado, que actuó como vigía, recibió una sentencia de 27 meses en prisión. El líder del grupo, Steven Green, podría ser ejecutado.

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