domingo, 8 de julio de 2007

Sin tregua para los niños soldados

Análisis de Larry Jagan

BANGKOK - El gobierno militar de Birmania podría dejar de incorporar niños y niñas a sus fuerzas armadas, estiman analistas.

La semana pasada, en la ciudad de Rangún, ex capital de Birmania, el primer ministro interino de ese país, Thein Sein, discutió el tema con un enviado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Luego de la visita de cinco días de la representante especial de la ONU para la cuestión de los Niños y los Conflictos Armados, Radhika Coomaraswamy, los líderes militares de Birmania aceptaron establecer una oficina gubernamental para trabajar con el foro mundial en el tema del reclutamiento de niños-soldados para reprimir alzamientos de grupos étnicos.

"La buena noticia es que aceptaron crear una dependencia específica en el Ministerio de Bienestar Social que tratará directamente" con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), declaró Coomaraswamy a los periodistas.

Los funcionarios que participaron en las conversaciones indicaron que los jefes militares se mostraron dispuestos a reducir el reclutamiento de niños.

"Creemos que existe la posibilidad de que el gobierno tome con bastante seriedad su cooperación en este tema, o al menos que se lo vea cooperativo", dijo a IPS un funcionario de la ONU que pidió mantener su nombre en reserva.

"Al menos, porque la cuestión está en la agenda del Consejo de Seguridad y porque así tendrán la oportunidad de desacreditar los comentarios sobre la existencia de 70.000 niños soldados", agregó.

Activistas de la oposición en Birmania coincidieron en el diagnóstico sobre la aparente voluntad de cooperación de la dictadura militar. Los gobernantes saben que el tema cuenta con el apoyo del Consejo de Seguridad de la ONU y lo que menos desea el régimen es otorgar al organismo mundial una razón para colocar a Birmania nuevamente en la agenda del Consejo.

El titular del equipo de la ONU en Birmania, Charles Petrie, dijo a IPS que desde 2003 el foro mundial "pudo comenzar a tratar algunos temas muy complicados" con el gobierno militar, entre ellos el de los niños soldados.

Aunque la utilización de niños es todavía una práctica común en el Ejército birmano, se ha verificado una disminución importante en su reclutamiento, según socorristas internacionales que trabajan con los niños en Birmania.

"En el pasado, cuando el Ejército no tenía suficientes nuevos reclutas, los oficiales presionaban a los niños que encontraban en los escasos centros para chicos de la calle que hay en Rangún", indicó a IPS un ex socorrista en Birmania. "Cuando comenzamos a decirles que reclutar a menores de 18 años era ilegal nos dejaron en paz", agregó.

Birmania ha sido criticada severamente durante los pasados 20 años por organismos de derechos humanos por el reclutamiento masivo de niños, incluso muchos de apenas 11 años de edad.

Human Rights Watch (HRW) calcula que más de 40 por ciento de los 350.000 soldados del Ejército podrían ser menores de edad.

Los niños son muchas veces secuestrados mientras van de sus casas a la escuela. Luego son tratados con brutalidad y abusados físicamente durante el período de entrenamiento, antes de ser despachados a las zonas fronterizas del país. HRW también acusó a grupos guerrilleros de minorías étnicas por utilizar niños como combatientes.

Coomaraswamy se entrevistó durante su visita con altos funcionarios gubernamentales, comandantes militares, representantes de la sociedad civil y niños afectados de las áreas de conflicto, indicaron funcionarios de la ONU.

La enviada de la ONU debió esforzarse para desestimar comentarios de que se encontraba en una misión de búsqueda de información. "Esto no es una investigación", dijo a los periodistas en Rangún la semana pasada al término de su viaje.

"Hay varios informes sobre los niños soldados y el gobierno me ofreció su punto de vista. El propósito era establecer un mecanismo de monitoreo, algo que las autoridades han aceptado ahora", señaló Coomaraswamy.

El siguiente paso, agregó, le corresponde a los organismos de la ONU que actúan sobre el terreno en Birmania, especialmente Unicef. Su misión será reunir información sobre los niños soldados y trazar un panorama claro de la situación antes de informar al Consejo de Seguridad.

El gobierno birmano se ha mostrado crecientemente preocupado por este tema. Un completo informe de Human Rights Watch, publicado en 2002, provocó una ola de indignación a nivel mundial y forzó a la junta militar a hacer algo respecto del reclutamiento forzoso de niños.

El régimen estableció una comisión para prevenir el reclutamiento en enero de 2004 y diseñó un plan de acción, que se puso en práctica en octubre de ese año.

Sin embargo, organismos internacionales y diplomáticos en Rangún continuaron informando sobre la utilización de niños, tanto por parte de las Fuerzas Armadas como de grupos insurgentes.

El empleo de niños por parte de los grupos insurgentes es una cuestión más problemática. La enviada de la ONU se reunió con representantes de uno de los más importantes, el United Wa State Army, quienes aparentemente prometieron cooperar.

Fuentes de la oposición política, sin embargo, lo consideran altamente improbable, dado que el reclutamiento de niños es una práctica de rutina. Conversaciones con otros grupos insurgentes ni siquiera han comenzado debido a la susceptibilidad del gobierno, admitió Coomaraswamy.

Diplomáticos indicaron que las visitas de funcionarios de la ONU señalan que la junta militar tiene ahora una mayor inclinación a tratar con la comunidad internacional que hace unos años atrás. Pero también se podría tratar de un intento del régimen de dividir a sus críticos en el exterior.

Mientras la enviada de la ONU se mostró relativamente optimista sobre las ofertas del gobierno para trabajar junto al organismo mundial en la reducción del reclutamiento de niños, la Cruz Roja Internacional difundió una declaración en la que acusa a la junta militar de causar "inmenso sufrimiento" a los civiles y los prisioneros.

La práctica del gobierno de utilizar a miles de detenidos como cargadores o camilleros de las Fuerzas Armadas los expone a los peligros del combate, indicó el presidente de la Cruz Roja, Jakob Kellenberger. "Esta práctica persiste a pesar de numerosas presentaciones de la Cruz Roja. Constituye una seria violación a las leyes humanitarias internacionales", agregó.

Los soldados birmanos abusan repetidamente de hombres, mujeres y niños que viven en comunidades afectadas por el conflicto armado a lo largo de la frontera de Birmania con Tailandia. Las prácticas incluyen la destrucción en gran escala de reservas de alimentos y medios de producción, según la Cruz Roja.

Las fuerzas armadas también restringen severamente la libertad de movimiento de los pobladores de esas áreas, por lo cual les resulta imposible trabajar en sus campos. Esto está afectando de manera significativa la economía local, agravando una situación humanitaria que ya era precaria de por sí, agregó la Cruz Roja.

"La actitud y las acciones de las fuerzas armadas han creado un clima de constante temor entre los pobladores y han forzado a miles de ellos a dejar el país o sumarse a las filas de los desplazados", afirmó Kellenberger.

Según estimaciones de socorristas internacionales, ya hay en Birmania oriental más de 500.000 refugiados.



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