miércoles, 4 de julio de 2007

Gays y politicos despliegan las plumas en sus hábitats naturales

No hay duda de que ésta es una semana de emociones fuertes: empezó con el Europride, acabará con el chupinazo de San Fermín y, entre uno y otro, el debate sobre el estado de la nación.

Fíjense que yo creía que esto de la fiesta del orgullo gay estaba llamado a desaparecer por aquello de que lo que ya es política, social y legalmente correcto no suele ser motivo de reivindicaciones, pero se ve que el colectivo homosexual no está dispuesto a que la consecución de sus derechos les agüe la fiesta y este año han vuelto a echar el ropero por la ventana para pasearse en un desfile que está a punto de tratarse de tú a tú con los de Río de Janeiro en cuanto a visión de nalga se refiere.

A la fiesta de quienes se enorgullecen de amar a los de su mismo sexo, se han terminado uniendo el resto de colectivos que no tienen su día del orgullo propio, o sea, todos los demás: zurdos, pelirrojos, bajitos, melómanos, calvos, vegetarianos, heterosexuales... En total dos millones y medio de seres humanos participando en la demostración de que somos, para variar, capaces de juntarnos en una celebración masiva sin necesidad de salir a bofetada limpia. Ni un solo altercado, ni peleas, ni imperiosas llamadas al 112 reclamando la presencia de las fuerzas de seguridad para imponer el orden.

Algunos seguidores de ciertos equipos de fútbol que en cuanto se juntan más de diez la montan, podrían tomar nota.

Otros que también andan estos días desplegando sus plumas son los políticos en el Debate sobre el Estado de la Nación, esa cita anual en la que los líderes del gobierno y del principal partido de la oposición escenifican, de una sola tacada, los conflictos que les han enfrentado a lo largo de todo el año; y no es que me olvide de los demás representantes parlamentarios, pero es que, reconozcámoslo: nadie se queda a escuchar lo que dicen. Los que de verdad tienen que esmerarse en el empeño son Rajoy y Zapatero. El resto son, en el evento político por excelencia, lo que los recoge pelotas en un partido Federer-Nadal, lo que el platito de aceitunas en una mariscada, o lo que los gladiadores que revolotean en un segundo plano durante la lucha entre Russell Crowe y Joaquin Phoenix. Con darle un retoque al discurso del año pasado, pasan el trance sin despeinarse.

La auténtica chicha del debate, como es bien sabido, está en el duelo de los dos grandes, que ayer no defraudaron: acusaciones mutuas de deslealtad, de alentar la crispación, de carecer de proyecto y de intentar sacar tajada del terrorismo. El menú completo, vaya. Para mi gusto demasiado previsible por ambas partes, y pecando de prepotencia por parte de Zapatero y de exceso de ETA por parte de Rajoy. Las bancadas, bien en su papel, ora aplaudiendo, ora abucheando según el que hablase fuera el suyo o el de los otro, y Marín chupando cámara -nunca mejor dicho- con sus salidas de maestro de escuela histriónico para deleite de sus fans, que los tiene. Del resto de las intervenciones, qué quieren que les diga: mañana leeré el resumen en los periódicos... como todo el mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario