domingo, 8 de julio de 2007

El Mundo gay en la Dictadura

Durante el gobierno militar en Chile, muchos grupos fueron objeto de la persecución y la censura producto de sus creencias e ideales, pero ninguno lo fue tanto como la comunidad gay.

Diecisiete años después, el país ha cambiado radicalmente pero aún se recuerdan los principales hitos de esa época.

Se busca 'activamente' dejar a las gentes –los santos inocentes- en la ignorancia. Este fue el estilo de la Iglesia durante siglos y del cual aún nos toca experimentar uno que otro estertor. Fue también la manera en que las coronas europeas oprimieron a sus súbditos y cómo Hitler abrió campo a su locura. Esta forma de subyugación es la principal estrategia a que recurre una tiranía: qué mejor ejemplo que nuestra dictadura militar” (Pablo Simonetti)

No es un secreto que durante el gobierno Militar las cosas mejoraron un poco para algunos sectores de la sociedad, pero ciertamente empeoraron bastante para otros. Si bien nunca ha sido fácil ser homosexual en Chile, fue particularmente difícil y peligroso durante los 16 años en que Augusto Pinochet dirigió al país (17 de Diciembre de 1974 – 10 de Marzo de 1990). Aunque varios de los acontecimientos ocurridos durante esos años son un misterio, mucha gente recuerda con pesar algunas de las cosas que sucedieron, y sorprendentemente para otros no fue tan terrible como uno pudiera pensar.589_8

La historia nos señala que luego del golpe en Septiembre del 1973, Pinochet utilizó los medios de comunicación para dictar órdenes que en muchos aspectos restringían los derechos y las libertades individuales, limitando el accionar de los partidos políticos, el Congreso, y por supuesto la Unidad Popular.

La sociedad en general se volvió desconfiada y extremadamente nacionalista ante todo lo nuevo y extranjero. Muy pocos libros, revistas y películas llegaban hasta acá y las que lo hacían, era porque no representaban una amenaza para la ideología que el nuevo gobierno pretendía imponer en el país.

El toque de queda impuesto por el gobierno y que duró varios años, dio origen a las fiestas de “Toque a Toque” en las que no faltaba el alcohol y las drogas para acompañar. En éste sentido la bohemia nocturna se volvió mucho más encubierta y aunque las calles se volvieron más seguras, el clima de represión que imperaba en el país resultaba mucho más atemorizante, según el testimonio de quiénes experimentaron de primera mano estos hechos.

No obstante mucho de esto es de conocimiento público, lo que sucedía en el bajo mundo de la comunidad homosexual, la mayoría de la gente lo ignora. Las evidencias que aún hoy persisten, pasan desapercibidas para los jóvenes en la actualidad ya que erróneamente las asumen como propias de la cultura “Queer”, cuando en realidad son vestigios de una época diferente.

589_9_01La costumbre de disponer los locales Gay en sótanos oscuros o antiguas casonas ocultas, sin señales ni letreros que guíen a su clientela, viene precisamente de los tiempos de la represión, en los que la sodomía era castigada por la ley (artículos 365 y 373 del código penal) y los gay no sólo arriesgaban las consecuencias del juicio social, sino también su propia libertad.

El artista Paul Bichón, también conocido como la famosa transformista Paulette Fabres cuenta que no vivió plenamente esa etapa ya que salió un poco más tarde del closet que los demás, sin embargo los relatos de colegas y conocidos que frecuentaron el ambiente Gay durante esos años, hablan de un constante estado de temor y desconfianza ante la posibilidad de ser descubiertos.

La discoteque Fausto que era el lugar de moda a principios de los años ochenta, congregaba a diversos personajes del espectáculo, la política e incluso las fuerzas militares y de orden, que vivían en un estado máximo de represión y cuyo único escape era encerrarse en estos locales oscuros, donde la música y las luces no conseguían aplacar el sentimiento de clandestinidad que rodeaba el ambiente. La única opción era mantener una vida encubierta, en una sociedad donde salir del clóset podría ser causal de despido o algo peor. 589_10_01

La homosexualidad estaba mucho más ligada a fines políticos que ahora, y todo el mundo vivía de las apariencias, sin embargo existía esta especie de complicidad entre las personas que asistían a los locales gay y muchos hasta tenían familias que ignoraban por completo su verdadera condición. Ser gay podía ser peor que ser comunista.

Pero si las cosas eran así para el público homosexual, eran mucho peores para los artistas que se desenvolvían en estos escenarios. “Los locales de moda además de Fausto eran el Quásar, El Clavel y el Boogaloo… a veces carabineros hacía redadas y los transformistas debían esconderse en pequeños espacios o cubículos cerca del escenario hasta que se fueran, ya que a menudo se los detenía bajo los cargos de Comercio sexual y travestismo”, cuenta Paul.

Sin embargo, muchos otros tienen una percepción radicalmente distinta de esto. El cantante Eduardo Valenzuela (Rojo VIP), reconocido por su carrera musical y labor social en la prevención del VIH, vivió plenamente el ambiente gay durante los primeros años de régimen militar: “esos fueron los mejores tiempos para el mundo gay, y nunca he carreteado tanto como en aquella época. Gracias al toque de queda y como todo se hacía en forma encubierta, las fiestas duraban del anochecer hasta el otro día.”

Ni siquiera se podría hablar de activismo gay ya que, obviamente, la lucha por los derechos homosexuales durante aquellos años no tenía muchas probabilidades de éxito, sin embargo a pesar de la falta de espacios, algunos hicieron el intento en forma bastante radical incluso para esta época. Dentro de estas primeras iniciativas sociales a favor de la comunidad de las que se tiene registro está la marcha de 1972 (previa al golpe), donde un grupo de personas entre gays y travestís, desfilaron vestidos con pantalones pata elefante bajo la consigna del “tercer sexo” y el llamado “gay power” que a pesar de las buenas intenciones, no tuvo mucho éxito ni convocatoria.

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Los años que siguieron al 11 de septiembre fueron de profundo miedo y desconfianza. A veces había infiltraciones en los locales nocturnos de militares o carabineros de civil, por lo que había que tener mucho cuidado con acercarse a cualquiera. La paranoia se apropió de todos y por ende, los grupos de personas que se reunían eran bastante cerrados y no dejaban entrar a cualquiera. El anonimato era garantía de seguridad.

Este clima de incertidumbre duró varios años, y recién en 1987 se produjo un “movimiento social” que puso nuevamente sobre la mesa el “tema gay”, gracias a la creación del colectivo llamado "Las Yeguas del Apocalipsis”. Éste grupo radical-artístico fue iniciado por el escritor y artista visual Francisco Casas y el polémico Pedro Lemebel, adquiriendo notoriedad pública al realizar diversas performances que provocaron el escándalo de la sociedad chilena a fines de los años ochenta.

“Las Yeguas del Apocalipsis" exhibieron sin pudor su condición de homosexuales en sendas acciones de arte dirigidas fundamentalmente a cuestionar el estado de cosas impuesto por la dictadura: una mítica entrada, con ambos protagonistas desnudos sobre el anca de una yegua, a una Facultad de Artes intervenida por los militares, o un pie de cueca sobre un mapa de América Latina cubierto de vidrios en dependencias de la Comisión Chilena de Derechos Humanos, son algunos hitos en el catálogo del colectivo”.

Esta pseudo-agrupación consiguió sentar las bases de lo que sería el verdadero activismo Gay, pero pasarían algunos años antes que el movimiento pro-defensa de los derechos de las minorías tomara forma definitiva. El regreso a la democracia impulsó numerosos cambios sociales y la salida de Pinochet de La Moneda en Marzo del 90’ en cierta forma facilitó la fundación de instituciones como el Movilh (Movimiento de Liberación Homosexual), y el MUMS (Movimiento Unificado de Minorías Sexuales).589_13

Aunque no se podría decir que el tema está superado completamente hemos avanzado bastante, pero las huellas de esa época oscura aún permanecen. La sociedad se ha lanzado, como un niño castigado al que no dejaban salir de su casa y eso nos ha traído muchos beneficios pero también otros riesgos. La libertad mal manejada y reprimida durante años, derivó en una excesiva promiscuidad y el precio ha sido la pandemia del VIH.

La ignorancia y la apatía propias de las nuevas generaciones parecen olvidar lo que era el mundo antes de la Internet y la globalización de la información. Desde entonces las cosas son más fáciles, incluso el sexo, pero en su momento muchos tuvieron que sufrir para generar un cambio.

Por otro lado, la libertad de la que ahora disfrutamos también es compartida por auellos grupos que se oponen diametralmente a nosotros y en ese sentido estamos ante una espada de dos filos la que nadie quiere soltar aunque nos corte la manos, pero como diría Voltaire “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”… Ése es el precio.

Así que, antes de cuestionar o criticar abiertamente la situación del país, debemos recordar lo mucho que ha costado llegar hasta aquí… gozamos de un paradigma diferente y lo mínimo es dar gracias por ello.

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