sábado, 3 de febrero de 2007

Desactivando guerras latentes

América Latina suele ser considerada pacífica en comparación con otras regiones, pero contiene riesgos potenciales que conviene desactivar para evitar devengan en confrontaciones violentas, advirtieron investigadores reunidos en Río de Janeiro el jueves y este viernes.

Los enfrentamientos entre Estados desaparecieron desde los combates fronterizos entre Ecuador y Perú en 1995, pero los países latinoamericanos enfrentan graves amenazas de "conflictos internos", señaló a IPS Andrés Serbin, presidente de la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales (Cries).

Las desigualdades sociales y económicas, los problemas étnicos y la delincuencia transfronteriza del tráfico de drogas y armas, son factores que generan violencia. La explosión de conflictos generalizados puede provocar "retrocesos de décadas" en el desarrollo de un país, además de pérdidas humanas, explicó.

Bolivia y Ecuador son ejemplos de "exclusiones étnicas" históricas que entrañan la posibilidad de conflictos graves que convendría anticipar, destacó. Son países donde la mayoría de la población es indígena. Bolivia llevó a uno de sus líderes, Evo Morales, a la Presidencia el año pasado.

Pero no hay en América Latina "marcos institucionales internos e internacionales" para el acompañamiento y prevención, y los gobiernos poco hacen, esgrimiendo el principio de no injerencia, observó Serbin. La región tiene menos guerras que otras partes del mundo por razones geopolíticas, étnicas y religiosas, pero tiene que enfrentar sus conflictos y mantener lo que tiene de paz, arguyó.

Una red de organizaciones académicas y no gubernamentales trata de estudiar el asunto y capacitar expertos de la sociedad civil, recién organizados en la Plataforma Latinoamericana y Caribeña de Prevención de Conflictos y Construcción de la Paz, coordinada por Serbin.

En Brasil se creó hace tres años el Grupo de Análisis de Prevención de Conflictos Internacionales (GAPCon), que promovió su tercer encuentro internacional anual el jueves y este viernes. Se trata de una iniciativa del Centro de Estudios de las Américas (CEAs), órgano de la privada Universidad Cándido Mendes, de Río de Janeiro.

El objetivo es capacitar profesionales para la "diplomacia ciudadana", ejercida por gente de la sociedad civil, formadores de opinión que, actuando de modo independiente de los gobiernos, pueden contribuir a la paz y a alternativas negociadas de disputas internacionales.

Brasil, por ejemplo, tiene una "tradición pacifista", convirtió fronteras en factor de cooperación, y envía tropas en misiones de paz de las Naciones Unidas a varios países, pero no cuenta con expertos civiles capacitados para trabajar en la reconstrucción de esos países en el post conflicto, comentó a IPS Clovis Brigagao, coordinador del GAPCon y director del CEAs.

Se trata de formar "diplomáticos de la sociedad civil" para actuar tanto en la prevención como después del conflicto que, cuando estalla, es asunto de militares y gobiernos, aclaró. El nombre brasileño sobresaliente en esa área fue Sergio Vieira de Mello, quien se destacó como funcionario de las Naciones Unidas, hasta morir victima de un atentado en Iraq en 2003.

Las cancillerías, operando en nombre del Estado, en general no pueden cumplir ciertas funciones que ayudan a evitar problemas. La sociedad civil podría haber actuado positivamente en el caso de la nacionalización de hidrocarburos decretada el 1 de mayo de 2006 por el gobierno de Bolivia, que golpeó intereses brasileños, ejemplificó Brigagao.

Brasil necesita cada vez más de esa "diplomacia ciudadana, del diálogo entre sociedades civiles", después de que sus grandes empresas, estatales o privadas, pasaron a efectuar grandes inversiones en el exterior en los últimos años, sostuvo. La estatal petrolera Petrobras fue la más afectada en Bolivia, pues es la empresa extranjera de mayor presencia, y podría sufrir otros reveses en Ecuador, donde también extrae petróleo.

La Plataforma Latinoamericana trata de impulsar la construcción de un sistema regional de alerta temprana para anticipar conflictos potenciales, capacitar a personas y educar a la sociedad para mantener la paz, informó Serbin.

Además, sus analistas acompañan algunos casos que entrañan incertidumbres para el futuro, como Bolivia, Ecuador, Cuba y Haití, además de América Central, donde aún preocupa la memoria de los numerosos conflictos armados de hace dos o tres décadas.

La capacitación es clave, y se acentúa su necesidad ante conflictos como el de Haití, que desnudó la falta de experiencia de organizaciones civiles invitadas para "quizás legitimar la presencia militar", observó.

Por contraste, el conflicto entre Uruguay y Brasil por la instalación de la industria de la celulosa en un río compartido fue observado en el encuentro como un asunto ajeno a la prevención de conflictos, porque no se espera que escale al grado de violencia y debería ser solucionado en instancias legales propias de los gobiernos.

El insuficiente desarrollo de esa diplomacia civil se notó en este conflicto. En lugar de mediadores locales o de países vecinos, fue convocado el rey Juan Carlos de España, para buscar alternativas para la negociación entre los dos países.

La prevención de conflictos es un tema nuevo, pero que ya cuenta con una red global y 15 iniciativas regionales. Uno de los problemas para su desarrollo en América Latina es justamente la idea de que la región no tiene muchos problemas, lo que hace más difícil captar recursos, pues se consideran prioritarias otras regiones del mundo como África, lamentó Serbin.

Pero no hay que olvidar a los movimientos indígenas cuyas movilizaciones acentúan potenciales conflictos étnicos en algunos países, las bases militares estadounidenses, el armamentismo venezolano e incluso dormidas disputas territoriales, como la de Venezuela sobre un tercio del territorio de Guyana, además de la violencia criminal en las metrópolis, que amenazan la paz en América Latina, concluyó Serbin

No hay comentarios:

Publicar un comentario