lunes, 19 de noviembre de 2007

Cierra el único garito gay de Jerusalén

NAIARA GALARRAGA - Jerusalén

En Jerusalén, una ciudad de tribus que se dan la espalda, la existencia de un garito gay parecía sacada de un guión escrito por un lunático. En la barra, los clientes se podían topar con una lesbiana y un homosexual. Y al lado, un judío religioso. Y heteros. Y, a veces, algún palestino de los territorios ocupados o un ultraortodoxo, con sus tirabuzones bajo la kipá negra. El único local gay de esta ciudad tan santa como intolerante, el Shushan, cerró hace pocos días.

"Algunos de nuestros clientes jamás habían estado en un bar gay. La primera vez podías ver el miedo en sus caras, pero rápidamente se sentían felices allí. El Shushan ha ayudado a mucha gente a salir del armario", cuenta Sa'ar Nathaniel, uno de los dueños. Judío, de 35 años, ha echado el cierre porque ya no le "queda energía para invertir en esto".

Itzik Schars, gay con pareja estable y padre de dos hijos, era un cliente habitual. Se despidió de las copas y las actuaciones del Shushan, que incluían una drag queen, la víspera del cierre. "Claro que es triste, es una gran pérdida para la ciudad. El ambiente era muy liberal. Te sentías más libre y seguro". El local está en pleno corazón de Jerusalén (700.000 habitantes), en una calle discreta de la que tomó su nombre. A 10 minutos a pie del Muro de las Lamentaciones, la Explanada de las Mezquitas y el Santo Sepulcro. El rechazo al desfile anual del Orgullo Gay es de los pocos asuntos que une como una piña a los líderes de las tres confesiones.
A contracorriente

Nathaniel ha perdido esta batalla pero seguirá dando guerra en otro frente: la política local. Por algo le llaman el último mohicano de Jerusalén. En 2004 se convirtió en el primer concejal israelí homosexual. Precisamente cuando la ciudad que el Estado judío considera su capital eligió por primera vez a un alcalde ultraortodoxo. Nathaniel es laico. Y en política, también va a contracorriente. Es de Meretz, el único partido contrario a la ocupación de los territorios palestinos.

Confía Schars en que, como ya ocurrió con los antecedentes del Shushan (el Q, el Lulu, el Laila, el Handbag...), alguien tome el relevo. El edil se centrará en la reelección de 2008 para luchar por todos sus vecinos, homosexuales o no, israelíes o palestinos, para frenar el avance del fundamentalismo religioso y la intolerancia.

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