La crisis de Gaza supone el primer gran conflicto internacional que enfrenta Obama. Estados Unidos se juega mucho en la contienda, que puede suponer el fortalecimiento de la posición de Irán en Oriente Medio, debilitando la posición de los países árabes más moderados y provocando en ellos graves tensiones internas. A menos de dos semanas de la inauguración de Obama se trata de un dilema de entidad.
El silencio de Obama ante la crisis está generando controversia. El Presidente electo ha declinado hacer declaraciones, insistiendo en que en Estados Unidos hay un solo presidente y que hasta el día 20, ese presidente es George Bush. En el mundo árabe el silencio genera cierta indignación y Al Jazeera está intercalando imágenes de Obama jugando al golf en Hawai durante sus vacaciones con los bombardeos de Gaza y sus efectos sobre la población civil. Algunos recuerdan también que aunque es cierto que hay un solo presidente, eso no ha impedido que Obama se pronunciara en público sobre numerosos temas a lo largo de estos meses, desde la crisis económica a su enérgica condena de los atentados de Bombay.
El silencio quizá le permita reflexionar despacio sobre la estrategia que tiene que seguir en un entorno tan complicado como Oriente Medio. También podría ser indicio de una Administración más volcada en Estados Unidos que en el mundo. En estos momentos, la opinión pública estadounidense, alarmada por la magnitud de una crisis económica que se prolonga, carece de verdadera preocupación por la crisis de Gaza. La política exterior no es prioridad, y dentro de la política exterior Irak y Afganistán preocupan más que Oriente Medio.
Obama sabe que tendrá que tomar una posición. Durante la campaña se mostró duro con Hamas y amable con Israel. Alinearse con Israel de modo inequívoco tampoco parece la mejor solución. Al mismo tiempo, Estados Unidos no puede permitir una victoria de Hamas que sería una victoria de Irán. El movimiento islamista en diversos países podría a su vez desestabilizar los regímenes de Egipto y Jordania, que se enfrentan a una opinión pública hostil. Todo el equilibrio estratégico de la región se tambalea y Obama se encuentra ante un gran desafío. El tono de su respuesta desde la Casa Blanca nos dará algunas pistas sobre el perfil de la política exterior en el mandato que comienza.
Francisco Javier Pérez-Latre
Profesor universitario
El silencio de Obama ante la crisis está generando controversia. El Presidente electo ha declinado hacer declaraciones, insistiendo en que en Estados Unidos hay un solo presidente y que hasta el día 20, ese presidente es George Bush. En el mundo árabe el silencio genera cierta indignación y Al Jazeera está intercalando imágenes de Obama jugando al golf en Hawai durante sus vacaciones con los bombardeos de Gaza y sus efectos sobre la población civil. Algunos recuerdan también que aunque es cierto que hay un solo presidente, eso no ha impedido que Obama se pronunciara en público sobre numerosos temas a lo largo de estos meses, desde la crisis económica a su enérgica condena de los atentados de Bombay.
El silencio quizá le permita reflexionar despacio sobre la estrategia que tiene que seguir en un entorno tan complicado como Oriente Medio. También podría ser indicio de una Administración más volcada en Estados Unidos que en el mundo. En estos momentos, la opinión pública estadounidense, alarmada por la magnitud de una crisis económica que se prolonga, carece de verdadera preocupación por la crisis de Gaza. La política exterior no es prioridad, y dentro de la política exterior Irak y Afganistán preocupan más que Oriente Medio.
Obama sabe que tendrá que tomar una posición. Durante la campaña se mostró duro con Hamas y amable con Israel. Alinearse con Israel de modo inequívoco tampoco parece la mejor solución. Al mismo tiempo, Estados Unidos no puede permitir una victoria de Hamas que sería una victoria de Irán. El movimiento islamista en diversos países podría a su vez desestabilizar los regímenes de Egipto y Jordania, que se enfrentan a una opinión pública hostil. Todo el equilibrio estratégico de la región se tambalea y Obama se encuentra ante un gran desafío. El tono de su respuesta desde la Casa Blanca nos dará algunas pistas sobre el perfil de la política exterior en el mandato que comienza.
Francisco Javier Pérez-Latre
Profesor universitario
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