Una semana después de la tragedia registrada en Alemania durante el festival Love Parade, este sábado se realizó una ceremonia por las 21 víctimas mortales en la ciudad de Duisburgo, donde ocurrió el accidente.
Sin embargo, las exequias transcurrieron en medio de la indignación de muchos familiares ante la ausencia del alcalde de la ciudad, Adolf Sauerland, quien decidió no ir por temor a encender los ánimos de los asistentes, que lo responsabilizan por la tragedia.
La corresponsal de la BBC en Berlín, Tristana Moore, señala que alrededor de 600 familiares y amigos se reunieron en la iglesia Salvator para recordar a los muertos, mientras que otros miles de personas siguieron las exequias desde afuera de la iglesia y en el estadio de fútbol de la ciudad, donde se instaló una pantalla gigante.
En la avalancha murieron 14 alemanes y siete extranjeros provenientes de España, China, Australia, Holanda, Bosnia e Italia.
Alcalde ausente
Durante toda la semana ha habido amargas recriminaciones hacia el alcalde Sauerland, que no asistió al servicio el sábado y quien ha sido presionado para renunciar.
El alcalde se encuentra bajo protección policial luego de haber recibido amenazas de muerte.
La Fiscalía ha iniciado una investigación para determinar si el accidente se debió a negligencia humana.
"La fiesta del amor terminó siendo una danza de los muertos", señaló Nikolaus Schneider, líder de la iglesia protestante alemana, durante la ceremonia, que fue televisada por los cuatro canales nacionales.
Pero el alcalde ha dicho que no renunciará. "La presión sobre mí y mi familia ha sido enorme", le dijo recientemente a la televisión local. "Lamento enormemente lo ocurrido. Luego de un episodio como este, es fácil pedir la cabeza de alguien", señaló.
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