Benjamín Netanyahu y el presidente estadounidense Barack Obama reafirmaron la "relación especial" entre sus países, pero fueron incapaces de reducir la gran distancia entre ambos en su primera cumbre, en Washington.
Las diferencias fundamentales se refieren a sus respectivas políticas sobre el conflicto palestino-israelí y el desarrollo nuclear de Irán.
Obama anunció en la oportunidad que estaría dispuesto a establecer nuevas sanciones contra Irán a comienzos del año próximo si sus esfuerzos diplomáticos para que el régimen deje sin efecto su programa nuclear. Pero se negó a fijar lo que denominó "un plazo arbitrario".
Poco antes, funcionarios israelíes habían reclamado a Estados Unidos por darle a Irán un ultimátum hasta comienzos de octubre.
Obama también insistió en la importancia de la solución de "dos estados" para el conflicto entre Israel y Palestina. Pero Netanyahu no llegó ni a pronunciar esa fórmula en los 30 minutos en que compareció ante la prensa, luego de su reunión con el presidente estadounidense en el Salón Oval de la Casa Blanca. Esta solución, la más aceptada por la comunidad internacional, implica la creación de un estado palestino en Cisjordania y Gaza, territorios hoy ocupados o sitiados por Israel.
"Mi posición es menos de terminología y más de sustancia", dijo Netanyahu, quien formuló, a continuación, una serie de requisitos previos para cualquier solución definitiva al conflicto.
"Si los palestinos reconocen a Israel como el estado judío, si combaten al terrorismo, si educan a sus hijos para la paz y por un futuro mejor, pienso, entonces, que podríamos llegar a una solución que permita a los dos pueblos vivir juntos con paz y seguridad", afirmó.
Además, aseguró estar dispuesto a "reanudar negociaciones" con los palestinos "tan rápidamente como sea posible".
Netanyahu también se negó a responder a los llamados explícitos de Washington a detener la actividad de los asentamientos judíos en territorios ocupados y a atender la crisis humanitaria en Gaza, área sometida a un riguroso bloqueo por parte de Israel y Egipto.
El sitio ha impedido la reconstrucción del territorio costero, sometido a tres semanas de intenso bombardeo israelí en diciembre y enero.
"Israel deberá tomar algunos pasos difíciles", dijo Obama. Según el mandatario estadounidense, los dos esquemas para las negociaciones de paz vigentes --la "hoja de ruta" fijada por la comunidad internacional y el de Annapolis, patrocinado por Washington-- implican la obligación de "hacer avances" en materia de asentamientos.
"Los asentamientos deben detenerse para que podamos avanzar", dijo Obama, sentado junto a Netanyahu, ante la prensa.
Estados Unidos pretende ser un "socio fuerte" en el proceso de paz, pero "el pueblo de Gaza no tiene esperanza, no consigue ni siquiera agua limpia y el cierre de fronteras es tan estricto que vuelve imposible cualquier esfuerzo humanitario y por la reconstrucción", agregó.
"Esto no es una buena receta para la seguridad de Israel en el largo plazo ni un camino constructivo hacia la paz", se lamentó.
Sin embargo, Obama consideró que sus conversaciones de este lunes con Netanyahu habían sido "extraordinariamente productivas".
El reconocimiento explícito de la solución de "dos estados" como prioridad de la política exterior estadounidense marca una diferencia tajante con el gobierno precedente, encabezado por George W. Bush (2001-2009).
Para Obama y su equipo, ese principio es clave para alcanzar la meta más ambiciosa de estabilizar lo que en Washington se denomina el "Gran Medio Oriente", que incluye Afganistán y Pakistán, y para derrotar a la red extremista Al Qaeda y a sus aliados.
Ideas similares había formulado la semana pasada, en la primera visita de un líder árabe a la Casa Blanca, el rey Abdullah, de Jordania, único país del área junto con Egipto que firmó la paz y estableció relaciones diplomáticas con Israel.
Y se prevé que lo mismo suceda con dos visitantes que aguarda Obama para la semana próxima: el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, y el de Egipto, Hosni Mubarak.
Pero la determinación del presidente estadounidense y de sus pares árabes para impulsar la solución de "dos estados" choca con la agenda del flamante gobierno derechista de Netanyahu, que también prioriza un freno radical a las ambiciones nucleares iraníes, incluso por medios militares.
Según altos funcionarios de la inteligencia israelí, Irán sería capaz de construir sus propias armas nucleares a fines de este año.
De hecho, Netanyahu y sus aliados en el ala neoconservadora de la política estadounidense --a quienes se engloba en el llamado "lobby israelí"-- advierten que no se puede exigir al estado judío avanzar en el proceso de paz mientras afronta la "amenaza existencial" de un Irán nuclear.
En ese sentido, alertan que Teherán apoya al Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), que controla Gaza pro las armas, y el Partido de Dios (Hezbolá) en Líbano.
Hasta que no se ponga fin a tal "amenaza", aseguran, no podrán alcanzarse avances en el frente palestino.
Pero Obama rechazó tal tesis este lunes. Al tiempo que reconoció las "legítimas preocupaciones" de Israel acerca de Irán, sostuvo: "Si existe un vínculo entre Irán y el proceso de paz palestino-israelí, creo que, en realidad, va en el sentido contrario" al que advierten Netanyahu y los neoconservadores.
"Podemos hacer la paz entre palestinos e israelíes. Realmente creo que eso nos fortalece en la comunidad internacional para lidiar con la potencial amenaza iraní", declaró.
El hecho de que la reunión en la Sala Oval se prolongara una hora más de lo previsto sugiere que se fracasó en el intento de alcanzar acuerdos en las cuestiones más conflictivas, según el ex embajador de Estados Unidos en Israel Samuel Lewis.
Otra señal de fracaso fue la inexistencia de una declaración conjunta, agregó el diplomático retirado.
Las diferencias fundamentales se refieren a sus respectivas políticas sobre el conflicto palestino-israelí y el desarrollo nuclear de Irán.
Obama anunció en la oportunidad que estaría dispuesto a establecer nuevas sanciones contra Irán a comienzos del año próximo si sus esfuerzos diplomáticos para que el régimen deje sin efecto su programa nuclear. Pero se negó a fijar lo que denominó "un plazo arbitrario".
Poco antes, funcionarios israelíes habían reclamado a Estados Unidos por darle a Irán un ultimátum hasta comienzos de octubre.
Obama también insistió en la importancia de la solución de "dos estados" para el conflicto entre Israel y Palestina. Pero Netanyahu no llegó ni a pronunciar esa fórmula en los 30 minutos en que compareció ante la prensa, luego de su reunión con el presidente estadounidense en el Salón Oval de la Casa Blanca. Esta solución, la más aceptada por la comunidad internacional, implica la creación de un estado palestino en Cisjordania y Gaza, territorios hoy ocupados o sitiados por Israel.
"Mi posición es menos de terminología y más de sustancia", dijo Netanyahu, quien formuló, a continuación, una serie de requisitos previos para cualquier solución definitiva al conflicto.
"Si los palestinos reconocen a Israel como el estado judío, si combaten al terrorismo, si educan a sus hijos para la paz y por un futuro mejor, pienso, entonces, que podríamos llegar a una solución que permita a los dos pueblos vivir juntos con paz y seguridad", afirmó.
Además, aseguró estar dispuesto a "reanudar negociaciones" con los palestinos "tan rápidamente como sea posible".
Netanyahu también se negó a responder a los llamados explícitos de Washington a detener la actividad de los asentamientos judíos en territorios ocupados y a atender la crisis humanitaria en Gaza, área sometida a un riguroso bloqueo por parte de Israel y Egipto.
El sitio ha impedido la reconstrucción del territorio costero, sometido a tres semanas de intenso bombardeo israelí en diciembre y enero.
"Israel deberá tomar algunos pasos difíciles", dijo Obama. Según el mandatario estadounidense, los dos esquemas para las negociaciones de paz vigentes --la "hoja de ruta" fijada por la comunidad internacional y el de Annapolis, patrocinado por Washington-- implican la obligación de "hacer avances" en materia de asentamientos.
"Los asentamientos deben detenerse para que podamos avanzar", dijo Obama, sentado junto a Netanyahu, ante la prensa.
Estados Unidos pretende ser un "socio fuerte" en el proceso de paz, pero "el pueblo de Gaza no tiene esperanza, no consigue ni siquiera agua limpia y el cierre de fronteras es tan estricto que vuelve imposible cualquier esfuerzo humanitario y por la reconstrucción", agregó.
"Esto no es una buena receta para la seguridad de Israel en el largo plazo ni un camino constructivo hacia la paz", se lamentó.
Sin embargo, Obama consideró que sus conversaciones de este lunes con Netanyahu habían sido "extraordinariamente productivas".
El reconocimiento explícito de la solución de "dos estados" como prioridad de la política exterior estadounidense marca una diferencia tajante con el gobierno precedente, encabezado por George W. Bush (2001-2009).
Para Obama y su equipo, ese principio es clave para alcanzar la meta más ambiciosa de estabilizar lo que en Washington se denomina el "Gran Medio Oriente", que incluye Afganistán y Pakistán, y para derrotar a la red extremista Al Qaeda y a sus aliados.
Ideas similares había formulado la semana pasada, en la primera visita de un líder árabe a la Casa Blanca, el rey Abdullah, de Jordania, único país del área junto con Egipto que firmó la paz y estableció relaciones diplomáticas con Israel.
Y se prevé que lo mismo suceda con dos visitantes que aguarda Obama para la semana próxima: el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, y el de Egipto, Hosni Mubarak.
Pero la determinación del presidente estadounidense y de sus pares árabes para impulsar la solución de "dos estados" choca con la agenda del flamante gobierno derechista de Netanyahu, que también prioriza un freno radical a las ambiciones nucleares iraníes, incluso por medios militares.
Según altos funcionarios de la inteligencia israelí, Irán sería capaz de construir sus propias armas nucleares a fines de este año.
De hecho, Netanyahu y sus aliados en el ala neoconservadora de la política estadounidense --a quienes se engloba en el llamado "lobby israelí"-- advierten que no se puede exigir al estado judío avanzar en el proceso de paz mientras afronta la "amenaza existencial" de un Irán nuclear.
En ese sentido, alertan que Teherán apoya al Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), que controla Gaza pro las armas, y el Partido de Dios (Hezbolá) en Líbano.
Hasta que no se ponga fin a tal "amenaza", aseguran, no podrán alcanzarse avances en el frente palestino.
Pero Obama rechazó tal tesis este lunes. Al tiempo que reconoció las "legítimas preocupaciones" de Israel acerca de Irán, sostuvo: "Si existe un vínculo entre Irán y el proceso de paz palestino-israelí, creo que, en realidad, va en el sentido contrario" al que advierten Netanyahu y los neoconservadores.
"Podemos hacer la paz entre palestinos e israelíes. Realmente creo que eso nos fortalece en la comunidad internacional para lidiar con la potencial amenaza iraní", declaró.
El hecho de que la reunión en la Sala Oval se prolongara una hora más de lo previsto sugiere que se fracasó en el intento de alcanzar acuerdos en las cuestiones más conflictivas, según el ex embajador de Estados Unidos en Israel Samuel Lewis.
Otra señal de fracaso fue la inexistencia de una declaración conjunta, agregó el diplomático retirado.
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