domingo, 31 de mayo de 2009

La miseria avanza en fila en Ceuta

Miles de porteadoras marroquíes colapsan cada día el polígono del Tarajal, centro de contrabando donde esta semana han muerto aplastadas dos mujeres

FERNANDO J. PÉREZ - Ceuta

Las hermanas Hanna, Wahiba y Shaima, de 30, 28 y 23 años, charlan de peluquería a las puertas de una nave del polígono comercial del Tarajal, de Ceuta. En este lugar, probablemente el mayor zoco del norte de África, es posible adquirir desde un paquete de dodotis hasta un juego de neumáticos de coche. Tras recibir la orden de un hombre que se comunica por móvil con un comerciante del otro lado de la frontera, las tres mujeres interrumpen la conversación y se echan a la espalda un bulto de cartón de unos 40 kilos. También cogen con cada mano un paquete con mantas y, encorvadas, enfilan los 40 metros de fuerte pendiente que llevan hasta el puente del Biutz.

De lunes a jueves, entre 10.000 y 15.000 porteadoras, tratadas más como mulas que como personas, se agolpan para introducir de contrabando todo tipo de productos en Marruecos. En el paso fronterizo, el único del mundo que comunica un polígono privado con un Estado, un policía nacional sopesa con gesto rápido los paquetes. Las hermanas han tenido suerte. El funcionario no ha detectado, o no ha querido detectar, que las mantas pesan demasiado -las fundas de plástico son ideales para camuflar otros productos como calzado o ropa- y les permite seguir en la cola.

Las tres mujeres, madres de seis hijos que se han quedado en Castillejos, la ciudad fronteriza con Ceuta, consiguen deslizarse con sus bultos por el torno estrecho y herrumbroso del Biutz. Ya están en la jaula. Tras sobornar a un aduanero marroquí con una moneda de 10 dirhams (0,90 euros) por persona -"aquí, si pagas, puedes meter hasta misiles", bromea una- se arrastran medio kilómetro colina arriba y entregan los paquetes a un comerciante, que les dará "entre 10 y 12 euros" como recompensa por ahorrarle miles de euros en aranceles.

Son las 11.30 del miércoles, y las mujeres, que se han levantado a las siete de la mañana, se apresuran. Todavía podrán dar otro viaje con bultos antes de que a la una de la tarde la policía española cierre el puente hasta las ocho del día siguiente. Las porteadoras más jóvenes acarrean hasta 70 kilos, aunque se ven numerosas ancianas con bastón, e incluso personas tullidas y ciegas cargando bultos enormes. La proporción es de 10 mujeres por cada hombre y ellos viajan siempre más ligeros. Lo normal es que se trate de campesinas que trabajan para comerciantes, aunque también hay mujeres como Hala, de 22 años y estudiante de 3º de Físicas en la Universidad de Tetuán, que se dedica al contrabando por cuenta propia para sacar adelante a sus padres y hermanos.

Estas porteadoras sobrevivieron a la avalancha de 200 personas que el lunes acabó con la vida de Zohra Boudaghya, de 53 años aunque prematuramente envejecida por el esfuerzo, y Bossra El Meriouti, de 32 y conocida como la Tortuga por su forma de llevar los bultos. Las dos mujeres resbalaron en una escalera de dos metros de ancho y diez metros de longitud entre dos naves. La muchedumbre que empujaba desde atrás, azuzada por alguien interesado en mantener ocupada a la policía, hizo el resto. El delegado del Gobierno en Ceuta, José Fernández Chacón, dijo que el "accidente" fue "inevitable", aunque hasta hace un mes la escalera estaba cerrada por su peligro con una valla que desapareció y no fue repuesta.

Hubo 20 heridos, todos leves, entre ellos cuatro agentes de la Unidad de Intervención Policial (antidisturbios) que cada 15 días se relevan desde Sevilla para poner algo de orden en el caos. Las vallas con las que podrían dirigir los flujos de personas están rotas y los agentes sólo disponen de palés de madera y de cinta plástica para acotar los espacios. Muchas veces contienen a las porteadoras a porrazo limpio.

El martes, los comerciantes cerraron las naves en señal de duelo. El miércoles, cuando se reanuda la actividad, la afluencia de mujeres es la décima parte de un día normal. Los antidisturbios se muestran amables y relajados, incluso ayudan a las porteadoras más torpes a salvar la cuesta final antes del puente. Es un día raro en El Tarajal. Tras la avalancha mortal, la policía restringió a unos 40 kilos y a un metro cúbico la cantidad de mercancía autorizada a cada persona. Sin embargo, todos saben que esa medida es un mero parche y que las avalanchas, muchas veces provocadas, volverán cuando el polígono recupere su pulso habitual. "Alguien grita ¡ahora! y nos arrollan", asegura un policía. El delegado del SUP en Ceuta, Andrés Carrera, reclama establecer un sistema de cuotas de entrada al polígono y denuncia que los tumultos del Biutz han dejado "infinidad de agentes lesionados".

Aunque el estraperlo deja grandes ingresos tanto en Ceuta como en Melilla, gran parte de las lonjas son, en realidad, consignas de productos comprados en España por comerciantes de la provincia de Tetuán que aprovechan el puente del Biutz para ahorrarse los aranceles marroquíes a la importación. Prueba de ello es que única oficina bancaria del polígono, de La Caixa, permanece cerrada. Si todas las mercancías que se mueven desde El Tarajal fueran ingresos para Ceuta habría una sucursal en cada esquina.

El puente del Biutz, construido en 2003 y abierto en 2005, es una frontera que no existe en los mapas. Marruecos aceptó abrirlo para evitar la pésima imagen que supone para el turismo tener a miles de personas cargando bultos por la frontera oficial y por la frontera, ya cerrada, de Benzú.

Sobre la mesa del Gobierno marroquí hay desde enero pasado un proyecto para reformar Biutz, ampliando a 15 metros de ancho el actual puente de la frontera del Tarajal y acondicionando un área para organizar los flujos de porteadores. Marruecos todavía no ha dado su respuesta a este plan. Según Carrera, lo ideal sería disponer de una aduana comercial como la de Melilla, "pero eso no va a suceder, porque para ellos equivaldría a aceptar la soberanía española sobre Ceuta".

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