El jefe del consorcio postal alemán presentó su renuncia, en medio de un escándalo de evasión tributaria que amenaza con afectar a amplios círculos de la elite económica germana.
Apenas 24 horas logró sostenerse Klaus Zumwinkel, después de que la policía allanara sus oficinas de Deutsche Post AG y su residencia particular, buscando corroborar las sospechas de evasión tributaria existentes en su contra. El presidente del enorme consorcio logístico en que se convirtió el antiguo servicio alemán de correos, gracias precisamente a la gestión de Zumwinkel, presentó su renuncia. Y el gobierno alemán, que sigue siendo el principal accionista de la empresa, aplaudió rápidamente. Era lógico: el altísimo ejecutivo se había vuelto insostenible.
Cientos de sospechosos
Los afectados serían todos clientes del banco LGT, de Liechtenstein, que aparentemente ha entregado gran cantidad de documentos a las autoridades alemanes. De acuerdo con el periódico Handelsblatt, en los próximos días se emprenderían por consiguiente redadas en todo el territorio germano. Sea cual fuere su resultado, lo cierto es que en Alemania los daños que sufre el erario público debido a la evasión tributaria son cuantiosos. El sindicato de funcionarios del ramo, DStG, los ha cifrado en unos 30.000 millones de euros anuales.
Ética empresarial
Arrecia pues en Alemania el debate sobre la ética empresarial y las consecuencias que episodios como éste pueden tener también en el plano político: por ejemplo, la de echar agua a los molinos de La Izquierda, que desconfía por principio del capital y quienes lo manejan. Como contrapartida, otros sacan una conclusión positiva: el caso de Zumwinkel demuestra que en Alemania no hay figuras “intocables”, por muy alto que sea su sitial en el Olimpo empresarial.
Emilia Rojas Sasse
No hay comentarios:
Publicar un comentario