Las leyes salvadoreñas prohíben la constitución legal del amor entre personas del mismo sexo. En el arte, los parámetros cambian: expresiones de amor homosexual y lésbico aparecen en las artes visuales y escénicas nacionales desde hace años.
Ruth Grégori / Imágenes Cortesía de Jorge Palomo
Publicada en 'El Faro'
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Ernesto “San” Avilés . "San Sebastián |
“El amor que no se dice”, escribe Ricardo Lindo y pronuncia el actor Francisco Borja en “El asesinato de Óscar Wilde”, monólogo que inauguró la Primera Muestra Creatividad sin Fronteras.
Ambos conocen por experiencia propia el infierno del rechazo que deriva de ser como son: gays, hombres que se sienten atraídos por otros hombres. Sus historias se mezclan con la del escritor irlandés y se funden en la de tantos otros que viven exclusión y discriminación en razón de su preferencia sexual.
Ricardo Lindo, poeta, narrador, dramaturgo y graduado en Psicología de La Sorbona (París) había publicado ya un poemario en el que reivindicaba su derecho a ser homosexual, “Injurias”. A petición de Borja, quien cursó estudios de actuación en el Instituto de Bellas Artes en México, escribió el monólogo –“obra inconclusa”- que revive el juicio que en el siglo XIX condenó a Óscar Wilde a dos años de cárcel y trabajos forzados por indecencia grave y comisión de actos homosexuales.
Dos siglos después, el mundo ha cambiado, pero sigue condenando la homosexualidad y el lesbianismo como actos que atentan contra la moral. El Salvador no es la excepción.
Aunque ser homosexual no sea penado por la ley, como sigue siendo por ejemplo en la India, el Código de Familia salvadoreño restringe el matrimonio como la unión entre hombre y mujer. Aún así, en abril de 2006 la Asamblea Legislativa aprobó una iniciativa del Partido Demócrata Cristiano para definir que son hábiles para contraer matrimonio entre sí “únicamente, un hombre y una mujer así nacidos”. La reforma, que debe ser ratificada por la presente legislatura para tener vigencia legal, buscaba invalidar uniones legales que hubiesen tenido lugar en países que sí reconocen matrimonios entre personas del mismo sexo, como Bélgica, España, Brasil y algunas ciudades en Estados Unidos. El arzobispo de San Salvador, Monseñor Fernando Sáenz Lacalle, máximo jerarca católico en el país, ha solicitado públicamente la ratificación de la reforma.
Esta visión se refleja también en una sociedad cuya población se declara mayoritariamente en contra del matrimonio homosexual, como indica una encuesta publicada en diciembre de 2006 por LPG Datos. 80.3% se declararon “en contra” o “muy en contra” de la unión legal entre personas del mismo sexo.
Sin embargo, cada año tienen lugar desfiles en San Salvador y el resto del mundo para celebrar el día internacional del orgullo gay, en conmemoración de la llamada “Revolución de Stonewall”. La madrugada del 28 de julio de 1969, homosexuales y lesbianas que frecuentaban el bar neoyorkino “Stonewall” opusieron resistencia al reiterado hostigamiento policial en un violento enfrentamiento que duró tres días y cobró varios muertos, de ambos bandos.
En el marco de dicha conmemoración, la semana pasada tuvieron lugar en El Salvador dos actividades: un ciclo de cine gay en el Teatro Luis Poma y la presentación de “Rosa. Historia de vida de una mujer transexual” en el Museo de Arte (MARTE), obra salvadoreña ganadora del premio al mejor documental internacional en el Festival de Cine Independiente en Nueva York 2006. Cada una de las actividades atrajo a más de 200 personas, muchos de ellos gay.
Trazos de un amor proscrito
El arte, como espejo de la sociedad, ha reflejado a lo largo de la historia manifestaciones de ese amor que proscribe la ley o la moral de la época. En El Salvador, el primer pintor al que se reconoce haber dotado de una gran carga erótica sus desnudos masculinos es Ernesto San Avilés. Muchos de sus cuadros representan a San Sebastián, un icono gay pre-Stonewall debido a que se le suele representar atravesado por flechas o símbolos de penetración, y una expresión de dolor y placer al mismo tiempo.
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Julia Díaz. "Mujer" |
“Hay una gran carga erótica en sus desnudos masculinos. En los cuadros de San Avilés no vemos a San Sebastián de frente, sino de espaldas, no vemos su sufrimiento, sino su espalda y nalgas”, señala Jorge Palomo, creador visual y curador salvadoreño. “Además, de las heridas no emana sangre, sino un líquido transparente”, agrega, aludiendo al semen masculino.
Otra artista visual en cuyas obras Palomo identifica elementos de representación homosexual, o más bien, lésbico, es Julia Díaz: “El 80 por ciento de sus cuadros son mujeres, o niños. En sus pinturas vemos los deseos de Julia”, indica. Por ejemplo, cita el artista, en el cuadro “Mujer” se observan unas nalgas en arco sobre la cabeza de una mujer que sólo viste un sostén.
Eduardo Palomo se declaró abiertamente homosexual a los quince años, y conmocionó a su familia. A los 37, luego de un Máster en Artes en Estados Unidos, que incluyó una concentración (subespecialidad curricular) en estudios homosexuales y lésbicos, todavía siente los efectos de reconocerse públicamente como gay. Y también las restricciones para mostrar algunos tópicos de su interés, tales como imágenes de genitales masculinos.
“La revolución de Stonewall” |
La madrugada del 28 de julio 1969 agentes policiales irrumpieron, una vez más, en un bar neoyorkino frecuentado por gays y lesbianas llamado “Stonewall”. Pocos días después del fallecimiento de la actriz e incono gay Judy Garland, el reiterado hostigamiento policial estalló en una violenta resistencia al arresto, que desembocó en un enfrentamiento que duró tres días y cobró varios muertos en ambos bandos. “Over the rainbow” (Más allá del arcoiris), popularizado por Garland, es uno de los himnos gay. |
En diciembre del año pasado, Palomo participó en una muestra colectiva de la Asociación de Artistas Plásticos de El Salvador (ADAPES) en CEFORMA, sede de la Fundación María Escalón de Núñez (FMEN), con una obra titulada “Mandala”, un mosaico elaborado a partir de pequeñas fotos de penes y anos. Gran parte de la muestra fue llevada después a la Asamblea Legislativa, en algunos casos los mismos artistas participaron con otras obras.
Palomo exhibió en el Primer Órgano del Estado la obra “Mosaico-Diamantes”, una obra muy similar a la anterior. A petición de la FMEN, la muestra volvió a CEFORMA; sin embargo, la obra de Palomo fue retirada por decisión de las autoridades administrativas de CEFORMA y FMEN por considerarla “demasiado explícita” para el público infantil y adolescente que frecuenta el local. “No sólo me censuraron la obra como artista, sino que además irrespetaron mi criterio como curador”, se queja.
Movimientos contra el estigma social
La danza es el campo en donde todo bailarín hombre, independientemente de su orientación sexual, se vuelve automáticamente blanco de bromas, o comentarios muy en serio, que le califican como homosexual. En 1996, “Sólo por hoy” se atrevió a desafiar el estigma social en El Salvador, al crear la primera compañía de danza integrada sólo por hombres. “Queríamos develar el mito de que sin la presencia femenina en danza no había espectáculo”, explica Francisco Castillo, uno de los fundadores de la singular compañía. Once años después, la agrupación ha ganado prestigio a través de sus presentaciones en Centroamérica y Estados Unidos.
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Weegee (Arthur Fellig) El engañoso gay, Nueva York, 1969
Fotografía en “Stonewall” |
A Castillo, bailarín, coreógrafo y actualmente profesor de la Escuela Nacional de Danza, se le reconoce por haber formado a la mayoría de bailarines de danza contemporánea en El Salvador desde los años 80. Sus coreografías se han presentado en Centroamérica, México y Estados Unidos.
Este reconocido profesional de la danza, quien se autodefine como gay, recuerda el estreno de la única coreografía que abordaba “significativamente” representaciones del amor homosexual, presentada en el Teatro Nacional en 1999: “Del amor que no se habla, entre suelos fértiles”, creada junto a Erick González, otro miembro de la compañía.
“Terminamos de bailar y el público guardó un largo silencio. Apenas se escucharon aplausos aislados por aquí y por allá. Hasta después, algunas personas nos fueron a felicitar atrás, a los camerinos, y gente que anteriormente nos había felicitado de forma muy entusiasta y de forma pública con otros trabajos”. Para él, el público no supo como reaccionar, “quizás por miedo a que si nos aplaudía era como que nos aprobaba, o que iban a decir que era homosexual”.
Lesbianas aún más invisibles
En todo este contexto, las expresiones lésbicas son aún más escasas. Silvia Matus, socióloga, poeta, y miembro del Movimiento de Mujeres Mélida Anaya Montes “Las Mélidas”, explica que en el país los intentos de articulación de organizaciones de lesbianas iniciaron más tarde que los esfuerzos similares entre homosexuales, recién en 1992, luego de la firma de los Acuerdos de Paz.
En su opinión, esta falta de soporte social puede ser uno de los factores por los que pocas mujeres artistas se atreven a asumir públicamente que son lesbianas.
Matus identifica al menos cinco mujeres “que escriben poesía dedicada a otras mujeres que se aman, o cuentos de erotismo lésbico”, pero señala que prefieren firmarlos con pseudónimos o no hacerlos públicos debido a que aún hay una “fuerte resistencia social que se manifiesta en el discurso de la iglesia, dirigentes de partidos políticos y de la población en general que consideran la orientación no heterosexual como una enfermedad o un pecado”.
No es su caso. En su poema “Si muriéramos ahora” (Ver recuadro), un delicado canto habla al lector (lectora), le incluye en segunda persona -“aquí desnudas y abrazadas”- y se atreve a desconocer la autoridad divina (religiosa) que condena su amor. Le cierra las puertas de su habitación.
¿Arte gay?
Si bien en Estados Unidos y Europa existen festivales visuales, escénicos o literarios identificados bajo el término de “arte gay”, estos artistas coinciden en que encasillar las expresiones de amor o problemáticas de esta población en una etiqueta como esa tiene más desventajas que ventajas.
“Hablar de arte gay es una categoría problemática”, dice Jorge Palomo: “¿Arte gay sería el que hacen las personas que se autoidentifican como gay? Hay artistas gay que no abordan el tema, que no quieren salir del clóset, o artistas gay que abordan otras temáticas ¿Eso podría calificarse como arte gay?”. Para él, este término también presenta dificultades para valorar obras creadas antes de que surgiera el término “gay” (en los años setenta), como las de Miguel Ángel (SXVI).
Si muriéramos ahora |
Silvia Matus, 1950 Si muriéramos ahora así … desnudas y abrazadas San Pedro torcería su túnica, perdería sus llaves daría cinco vueltas consultaría al altísimo para terminar negándonos la entrada al paraíso. Si muriéramos ahora así desnudas y abrazadas nos negaríamos a acatar su penitencia con nuestras humedades apagaríamos su milenario fuego y Lucifer se daría por vencido Mejor será seguir aquí desnudas y abrazadas en el trópico de esta pequeña habitación que se va envolviendo de silencios y nocturnas ambrosías. |
El actor Francisco Borja tampoco considera que haya que catalogar “El asesinato de Oscar Wilde” como una obra de “teatro gay”: “La temática gay compete a la sociedad, como la corrupción, pero no quiere decir que por eso vamos a crear un teatro de la corrupción. No existe el teatro gay, el teatro es teatro”. Borja añade que categorizar la obra bajo esa etiqueta más bien tendría el efecto se segmentar al público: “Puede pensarse que es sólo para público gay, y es para público en general, excepto niños y adolescentes que necesitan supervisión de un adulto”.
La frase del bailarín Francisco Castillo resume la aspiración de los artistas que plantean la temática en sus obras: “Yo soy Francisco Castillo y punto, bailarín, coreógrafo y maestro, no ando anteponiendo mi condición de gay o de artista, no ando por la calle pensando en mi preferencia sexual”.
“Esencialmente se trata del problema de la libertad”, concluye el escritor Ricardo Lindo, para luego completar la frase con un parlamento de una obra de teatro que no es suya, “Hernani”, de Víctor Hugo a propósito de la reacción virulenta del público y la crítica en el estreno de la obra (1830): “He comprendido que una libertad son todas las libertades”.